La observación de la nube de puntos nos proporcionará una
idea de cuál puede ser el modelo funcional más apropiado para describir la
relación entre las variables:
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Si los puntos se sitúan alrededor de una línea recta, la
relación entre las variables es lineal y, por tanto, la función de ajuste
será una función lineal (regresión lineal), tipo y=a+bx, siendo b la
pendiente de la recta ajustada y a su ordenada en el origen.
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Si la nube de puntos tiene forma lineal ascendente (lo
que revela que al aumentar los valores de x aumentan los de y), decimos que
se trata de una relación lineal directa o positiva.
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Si la forma es
descendente, la relación lineal es inversa o negativa.
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Si los puntos no se sitúan en torno a una recta, pero sí
insinúan otro tipo de curva, el ajuste deberá hacerse utilizando otro modelo
de relación (regresión parabólica, logarítmica, ...); por tanto, no tiene sentido buscar
una función lineal que se ajuste a la nube de puntos.
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Las relaciones lineales son las más sencillas y, seguramente por eso, las que
con mayor frecuencia se presentan al estudiar la relación entre dos variables.
Por ello, la regresión lineal ocupa un lugar destacado y, en adelante, nos
centraremos en los casos en que se aprecie una relación lineal entre las
variables.
La observación de la nube de puntos nos proporcionará también una idea de si
la relación es suficientemente intensa como para que tenga sentido el ajuste
anterior, es decir, nos dará una idea de la bondad del ajuste:
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Cuanto más apretados están los puntos en torno a la recta de ajuste, más
fuerte será la correlación. Una nube estrecha y alargada indica una correlación
fuerte; una nube ancha indica una correlación débil.
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Si los puntos están
situados de forma dispersa en todo el plano, de modo que no manifiestan ninguna
tendencia, la correlación es prácticamente nula. La nube de puntos nos indica
que la variación de los valores de una variable no provoca variaciones en la
otra en ningún sentido concreto.
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