Una sucesión puede ser convergente, es decir, tener límite. Por ejemplo, {5-1/n} converge a 5. Esto significa que, a partir de cierto término, todos los términos están tan cerca de 5 como deseemos.
Una sucesión no convergente (divergente) puede no estar acotada, al tender a +∞ o -∞. Por ejemplo, {(n²+1)/n} no está acotada porque tiende a +∞: no existe un término mayor (o igual) a todos los demás.
Si una sucesión es convergente, entonces está acotada (es decir, todos
sus términos se encuentran entre dos valores). Pero el recíproco no es
cierto: una sucesión puede estar acotada y no converger a un número. Por
ejemplo, la sucesión alternante (cada término es del signo opuesto al
anterior) {(-1)n} = {-1, 1, -1, 1, -1, 1, ...} entra un ciclo
de orden 2 (toma dos valores).
Pero en otros casos no sucede nada de eso: la sucesión adquiere un comportamiento caótico, impredecible con exactitud, aunque acotada en un intervalo. Esto se denomina caos determinista y una de sus características principales es la de ser muy sensible a cualquier mínima variación del punto de partida (hipersensibilidad a las condiciones iniciales). Otra característica de tales sucesiones es la de generar una estructura fractal.
El estudio del caos determinista ha resultado ser de gran utilidad, ya que se han identificado muchos procesos de tipos muy variados que se ajustan a este modelo: crecimiento animal y vegetal, variación de poblaciones de animales, tiempo atmosférico, terremotos y erupciones volcánicas, la genética, comportamiento de gases y líquidos, conexiones entre organizaciones humanas, fluctuaciones de la bolsa, el aparato circulatorio, el sistema solar ... |
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